En un emotivo regreso a los escenarios, Céline Dion sorprendió al mundo durante la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de París, donde interpretó la célebre obra “Hymne à l’amour” de Édith Piaf. La canción, escrita por Piaf en honor a su amado Marcel Cerdan, un boxeador que perdió la vida en un trágico accidente de aviación apenas un mes después de su estreno, resonó con una carga emocional profunda.
A pesar de estar librando su propia batalla contra el síndrome de la persona rígida, que la ha mantenido alejada de los escenarios, Dion se armó de valor para rendir homenaje a una de las grandes leyendas de la música francesa. Su interpretación estuvo impregnada de sentimiento, capturando la esencia del amor desbordante que Piaf transmitió en su obra, pero también reflejando el coraje y la resiliencia de Dion.
Bajo la icónica Torre Eiffel, la actuación se convirtió en un tributo no solo al amor inmortalizado en la letra de la canción, sino también al legado de Piaf y a la capacidad del arte de unir a las personas. La ovación del público fue abrumadora, y el mundo se detuvo por un momento para celebrar la música, el amor y la fuerza de quienes enfrentan adversidades. Con este conmovedor homenaje, Céline Dion no solo hizo su regreso triunfal, sino que también dejó una huella imborrable en la historia de los Juegos Olímpicos de París.